Nuevas cepas del SARS-CoV-2 y el aumento de casos en Panamá

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Nuevas cepas del SARS-CoV-2 y el aumento de casos en Panamá

Por el Dr. José R. Loaiza

Desde su aparición en la escena global, el coronavirua SARS-CoV-2 actúa como un asesino serial silencioso en fuga. Y como detectives, los científicos van tras su pista, pero sus movimientos son difíciles de predecir porque cambia constantemente.

El veredicto sobre este acusado no es fácil de impartir ni sentenciar, porque las evidencias científicas se debaten en tiempo real y no son claras o definitivas para establecer el desenlace preciso del delito.

Para entender esta complicada escena del crimen, los detectives deben analizar desde distintos ángulos y mantener una postura de discusión abierta. Esto, traducido en términos de la pandemia de Covid-19, significa que los científicos deben investigar la evolución del SARS-CoV-2 usando distintas metodologías y abordajes conceptuales.

Un error natural, ni malo ni incorrecto

Hablemos de las mutaciones en un virus. Lo primero es entender que una mutación no es algo necesariamente malo o incorrecto, sino que ocurre naturalmente durante la vida del virus como resultado de un proceso de reproducción con errores, que incrementa sus probabilidades de éxito para persistir y propagarse.

En el largo plazo, este proceso está relacionado con una disminución en la severidad de la enfermedad y con una propagación más efectiva. Es decir, que el SARS-CoV-2 muta en distintas variantes para causar menos daños y maximizar su dispersión silenciosa.

Los inicios de esta trama pandémica resultan indescifrables y complejos. Dos variantes surgieron del virus original que ocasionó la epidemia en Wuhan, China. La primera es la D614G, que fue detectada en China a principios de 2020, y la segunda es la VOC 202012/01, que fue detectada en el Reino Unido en septiembre de 2020.

Ambas llamaron poderosamente la atención de los científicos, porque poseen cambios de aminoácidos en la proteína de la espícula, la cual juega un papel importante en la invasión del virus a la célula, y para la cual intentamos generar anticuerpos a través de distintas vacunas. ¿Pero, cómo descifrar cuál es la más contagiosa y si hay diferencias reales en sus niveles de transmisión de persona a persona?

Hipótesis

Una de las teorías planteadas por algunos científicos para explicar el incremento reciente en el número de contagios de Covid-19 en Panamá es la existencia de nuevas variantes virales que poseen un mayor grado de transmisibilidad; es decir, que son más contagiosas de persona a persona o más infecciosas a nivel de la célula, en comparación con otras variantes del virus.

Esta conclusión se deriva de un aumento gradual en la frecuencia de ocurrencia de estas variantes en la población, desde su detección inicial. Lo que significa que durante los últimos meses, una gran proporción de las personas contagiadas con SARS-CoV-2 en el país portan alguna de estas nuevas variantes.

El SARS-CoV-2 viaja por el aire en pequeñas gotas en forma de aerosol. Las partículas virales son expulsadas por las personas contagiadas al momento de respirar, hablar, toser o estornudar. Una persona infectada puede ser asintomática y, aún así, ser contagiosa expulsando múltiples variantes del SARS-CoV-2. Y como un polizón de autopista, el virus se monta en el receptivo huésped, quien le dará el más discreto aventón hacia su próxima víctima.

Uno de los principales sospechosos es la variante D614G, la cual posee una ventaja evolutiva sobre otras variantes que le permite aumentar su frecuencia de ocurrencia en la población por medio del proceso conocido como Selección de Barrido. Es decir, que esta variante pudiese tener mayor capacidad de infectar y replicarse en las células de las personas jóvenes asintomáticas. Estas personas propagan silenciosamente la variante, porque pasan desapercibidas al escapar de la vigilancia epidemiológica para personas con síntomas de Covid-19. Por ello, esta variante D614G aumentó su frecuencia de ocurrencia de forma notable en Europa y se expandió por el resto del mundo, incluyendo el continente americano.

En Panamá se detectó la variante D614G en marzo de 2020. De hecho, el primer genoma secuenciado en nuestro país era un representante que contenía las mutaciones de esta variante, sugiriendo que Panamá no fue colonizado por la variante del SARS-CoV-2 original. No es sorprendente que la variante D614G tenga una proporción elevada en la población panameña. Ha tenido más de nueve meses para propagarse silenciosamente a nivel nacional.

‘Cuasispecies’, variantes competidoras

A pesar de ser diferentes, todas las variantes del SARS-CoV-2 tienen la capacidad de contagiar a los seres humanos. Esta forma de propagación viral es conocida como “Cuasispecies” y quiere decir que las personas infectadas con SARS-CoV-2 pueden portar un conjunto de variantes que compiten por infectar las células en los distintos tejidos del cuerpo, y pueden cambiar en sus proporciones relativas durante el curso de la infección.

Esto contradice la noción que, durante un evento de propagación del virus completamente al azar, existen variantes que son más contagiosas o transmisibles de persona a persona, de entre las múltiples variantes que son exhaladas por las personas infectadas. De hecho, solo algunas de las variantes exhaladas terminan infectando a una persona sana, y estas pocas variantes empiezan a competir por espacio y recursos dentro de su nuevo hospedero, en un proceso conocido como Efecto Fundador.

También es posible que la variante de SARS-CoV-2 que es secuenciada de muestras de hisopados nasales sea distinta a la que se está reproduciendo en el tracto respiratorio inferior, incluyendo órganos como los pulmones, lo cual hace difícil establecer asociaciones entre variantes del virus y el nivel de infectividad celular o el grado de transmisibilidad o severidad de la enfermedad.

Súper propagadores

Por otro lado, es bien conocido que algunas personas infectadas con SARS-CoV-2 son más eficientes que otras en la propagación del virus de persona a persona.

Los estudios realizados indican que el 80% de los contagios nuevos se debe al 10% de las personas portadoras del virus. La probabilidad de que estos individuos súper-propagadores porten y diseminen la misma variante genómica del virus, a personas sanas, es baja.

La combinación y naturaleza estrictamente aleatoria del Efecto Fundador de “Cuasiespecies” y de los eventos de súper-propagación no son congruentes con la hipótesis de que el incremento en el número de contagios de SARS-CoV-2 en Panamá se deba a nuevas variantes del virus que son más contagiosas de persona a persona.

De los resultados obtenidos a la fecha, también se deduce que las aglomeraciones masivas de personas que se dieron en el país, entre noviembre y diciembre de 2020, podrían haber aumentado sustancialmente las probabilidades de que súper-propagadores hayan contagiado a un gran número de individuos sanos, aglutinados en las regiones más densamente pobladas de Panamá.

Igualmente, la posibilidad de que algunos niños inocentemente se contagien sin presentar síntomas de la Covid-19 y transmitan el virus a sus padres o abuelos en reuniones familiares es real.

El país debe invertir en investigación científica básica y aplicada para reforzar los protocolos de vigilancia genómica, epidemiológica y comunitaria. Esto permitirá entender cómo los cambios en el genoma de patógenos mortíferos como el SARS-CoV-2 impactan su transmisión de persona a persona, patogenicidad y virulencia.

También será necesario trabajar interdisciplinariamente cerrando la brecha entre las ciencias naturales y sociales, para entender el papel de la conducta humana en la evolución y propagación exitosa del virus.

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